jueves, 8 de marzo de 2012

A todas nosotras

El 8 de marzo se conmemora el día de la mujer trabajadora, término que resulta bastante redundante porque todas las mujeres somos trabajadoras, dentro y fuera del hogar. Muchos pasos se han dado en la senda correcta para poder disfrutar de los derechos de hoy, pero un largo camino queda aún por recorrer. 
En la mayoría de los países islámicos la mujer es poco más que un objeto, sufriendo a diario el maltrato físico, la humillación y la falta total de derechos en su sociedad. Incluso en los países "desarrollados", las diferencias en cuestiones laborales siguen siendo abismales: ganamos menos que los hombres por el mismo trabajo realizado, la incorporación a un puesto de trabajo es mucho más difícil por la falta de una legislación que contemple la verdadera conciliación entre trabajo y familia y porque en la mentalidad de muchas personas el papel de la mujer sigue siendo el de la mujer sumisa que debe procurar sacar adelante única y exclusivamente su familia, relegando cualquier motivación personal al último plano. A ésto debemos sumarle el constante "bombardeo" de perorata machista por parte de las autoridades eclesiásticas, sumidas aún en la más oscura de las tinieblas medievales y sin ánimo de avanzar en sus concepciones ideológicas. 
Por otro lado tenemos a nuestros gobernantes, que alardean de legislar por el bien de la conciliación familiar y laboral, cuando la realidad supone -y más aún ahora con la última reforma laboral- que la mujer perderá aún más derechos conseguidos en cuestiones legales de permisos de lactancia, bajas por enfermedad y un largo etcétera. 
Nosotras, como mujeres, tenemos la obligación de enseñar a nuestr@s hij@s a vivir y disfrutar de la igualdad como personas integrantes de esta sociedad. Y cuando digo igualdad, no implica ésto que las mujeres y los hombres somos iguales. Hombres y mujeres nos diferenciamos, más allá de las cuestiones anatómicas, en un sinfín de particularidades que nos hacen únicos, indescriptibles ante los ojos de la historia, pero que nos enriquecen enormemente. La mujer debe aspirar a la igualdad de derechos ante la ley, debe exigir a su pareja el mismo esfuerzo en las pequeñas tareas domésticas, hasta hace poco relegadas exclusivamente en nosotras. Debemos enseñar en igualdad, en el respeto mutuo y en la tolerancia. 
Por todo ésto y mucho más, queríamos dejaros la historia de la conmemoración del día de la mujer trabajadora -todas- y un pequeño homenaje encontrado en la red a todas nosotras. 

¡Felicidades, mujeres!










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