sábado, 5 de mayo de 2012

La primera piedra de San Pedro



Un Poco de Historia, que siempre viene bien. Extraído del libro Menudas historias de la Historia, de Nieves Concostrina.

La primera piedra de San Pedro 

El papa Julio II era un gran vanidoso, y su petulancia le llevó a encargar el más majestuoso sepulcro de toda la cristiandad. Se lo confió a Miguel Ángel, y el artista diseñó un mausoleo de tales dimensiones que no entraba en ningún sitio. Solución: había que remodelar el pequeño templo de San Pedro para que el sepulcro de Julio II pudiera lucir con todo su esplendor. El 18 de abril de 1506 Julio II colocaba la primera piedra de la basílica de San Pedro. En resumen, más de un siglo de trabajos y un daño colateral: el nacimiento de la Reforma protestante.

Papa Julio II

Construir la basílica de San Pedro llevó ciento veinte años y, claro, como no hay arquitecto que viva tanto, se iban sucediendo unos a otros. El que venía corregía lo que había hecho el anterior, y el siguiente corregía sobre lo corregido. Bramante fue el primero. Luego Rafael modificó el proyecto de Bramante, Antonio Sangallo el de Rafael y Miguel Ángel el de Sangallo. Y así continuó el asunto con un par de arquitectos más.
Pero la construcción de la nueva basílica de San Pedro no se llevó sólo mucho tiempo, también necesitó mucho dinero. Así que había que sacar cuartos de donde fuera.
El mejor invento se hizo durante el papado siguiente a Julio II, el de León X, y consistió en la venta de indulgencias, un negocio que funcionó como sigue. El papa vendía por cantidades astronómicas a los arzobispados la posibilidad de predicar y vender títulos de indulgencias, que a su vez los arzobispados vendían a los católicos que querían asegurarse un lugar en el cielo. En aquel siglo XVI los cristianos vivían aterrorizados por el temor al infierno, así que casi nadie se oponía a pagar por un título que les librara de las llamas eternas.
Ese dinero llegaba a la banca Fugger, que era la que estaba financiando las obras de San Pedro. El negocio soliviantó al monje Lutero, Alemania se negó a pagar las indulgencias y el gran cisma de la cristiandad quedó visto para sentencia. Conclusión: la construcción de San Pedro provocó la pérdida de millones de fieles, y todo porque Julio II se empeñó en meter su tumba dentro. Total, para que al final acabara enterrado en un sepulcro más pequeño y en otra iglesia.

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