Dicen los mayores del lugar que los incendios se apagan en invierno
y, como casi siempre, tienen razón. Desde hace muchos años nuestros
bosques están abandonados a su suerte y por desgracia estamos viendo las
consecuencias.
En un momento como este de crisis y falta de trabajo no se puede
entender que no haya un plan de mantenimiento forestal que podría dar
trabajo en el ámbito rural a mucha gente, la sectorización o parcelación
de los montes, el pastoreo, animales como cabras y ovejas son las
mejores máquinas para eliminar toda la maleza en caminos forestales
veredas y montes.
Es desolador ver los daños causados en nuestro ecosistema tanto por
el número de hectáreas quemadas como los altísimos costes económicos que
representan.
Me pregunto si además de echarse la culpa entre el Ministerio y las
Comunidades Autónomas cuando se produce un incendio son incapaces de
diseñar un plan que podría evitar la mayoría de ellos.
Si no queremos convertirnos en un país desértico, desde el Gobierno,
además de poner los medios, se debería ejercer una labor educativa de
calado en la ciudadanía; si los accidentes de tráfico han disminuido, ha
sido gracias a las sanciones y a esta labor educativa, estoy seguro de
que en el tema forestal tendría el mismo efecto.
La mala gestión es aquella que trata de ahorrar un céntimo y se le
van los millones sin darse cuenta y eso es parte de lo que nos está
pasando.— Víctor M. Niño Vallejo. ILU
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