Aunque aún no se haya especificado el mecanismo para recapitalizar al
sector bancario –en su mayor parte Bankia–, lo que sabemos es que sea
directamente vía BCE, FMI o indirectamente a través de bonos del Estado,
sí habrá rescate financiero (con su correspondiente dosis de
condicionalidad política). Será entonces cuando el Gobierno tendrá que
esmerarse un poco más en explicar el porqué del rescate y,
fundamentalmente, cuánto nos costará a los contribuyentes.
El porqué del rescate
El principal argumento que nos presentarán ya es bien conocido:
Bankia es una entidad financiera demasiado grande como para dejarla caer
(too big to fail). La quiebra de la nueva entidad, producto de la
fusión de Caja Madrid y Bancaja con otras cinco cajas pequeñas,
provocaría un fallo en cascada de la totalidad del sistema bancario. Es
por ello que se habla de “riesgo sistémico”. La interdependencia del
sector y el gran tamaño de Bankia impiden que –como defendería un
verdadero liberal– la entidad cierre. Este argumento es absolutamente
sensato. Dejar caer a Bankia sería un suicidio.
No obstante, lo que no nos contarán es por qué tenemos una entidad
financiera con capacidad de hundir al resto del sistema financiero. Si
aceptamos la premisa “Bankia es muy grande para dejarla caer”, una de
las lecciones de la actual crisis tendría que ser “Bankia no debería
existir”.
Tampoco nos dirán que el Banco de España, de una forma u otra, se
equivocó al promover la fusión entre la caja madrileña y la valenciana.
Se equivocó en su papel de supervisor al infravalorar la fragilidad de
ambas cajas (sobre todo Bancaja) o se equivocó al sopesar las
potenciales consecuencias de la concentración del mercado bancario.
Aprovechando el despiste, no nos contarán que Caja Madrid o Bancaja
contaron con la complacencia (léase supervisión incorrecta) de los
gobernadores del Banco de España. En el 2007, Caja Castilla-La Mancha
concentraba el 67% de sus inversiones en el sector inmobiliario. La
importancia de “no poner todos los huevos en la misma cesta” es el
segundo consejo que aparece en la web de educación financiera del Banco
de España. Insólito.
Asimismo, cerrarán la cuestión de las causas del rescate evitando
contarnos que los técnicos del Banco de España ya habían advertido al
Ministerio de Economía en 2006 sobre la deriva suicida que estaba
tomando el sector.
El coste del rescate para los contribuyentes
La explicación oficial del Gobierno será más o menos así: Por
principios, no nos gusta intervenir en la economía, pero como lo tenemos
que hacer el Estado se limitará a sanear las entidades bancarias y
devolverlas al mercado cuanto antes. Soraya Sáenz de Santamaría dibujó
este esquema cuando afirmó que la inyección de capital en Bankia sería
“para que cueste el menor dinero a los ciudadanos, pueda ponerse de
nuevo a la venta y recuperarse lo que se aporta.” Rajoy trazó las mismas
líneas: “Es muy importante que se sepa que ahora habrá que meter dinero
público. Pero después esa entidad se va a vender y se va a recuperar la
inversión que hace en este momento el Estado.”
A su vez, nos explicarán que, como ha sucedido en Estados Unidos,
Reino Unido u Holanda, el Gobierno recuperará el dinero público del
rescate. Algún aventurado puede incluso que apostille esta idea con la
posibilidad de que las arcas del Estado recojan algún beneficio en esta
operación.
Lo que no nos contarán es que la recuperación del capital invertido
por el Estado no deja de estar sujeta a una probabilidad. Es decir, se
trata de una apuesta. Si bien el Estado puede asumir inversiones con una
mayor perspectiva temporal en comparación con los actores privados, lo
cierto es que si el negocio fuese rentable y seguro, Bankia se podría
financiar en el mercado.
Tampoco nos contarán que a la hora de calcular la cuantía del dinero a
recuperar no se incorporarán en la contabilidad una parte importante de
los costes asociados al rescate. Como ya ha sucedido en Estados Unidos,
por ejemplo, las cuentas sobre el rescate solo reflejan los euros dados
y recibidos. Sin más. No obstante, dicho cálculo omite que la
intervención del Estado otorga una garantía implícita que genera valor
para las entidades sistémicas, lo cual aumenta el riesgo moral y reduce
el coste de su propia financiación.
Un reciente estudio vinculado al Banco Mundial
ofrece evidencia empírica sobre la relación entre los beneficios de los
grandes bancos norteamericanos y las expectativas de que estos puedan
ser rescatados. La creencia de que las grandes instituciones financieras
contarán sistemáticamente con el respaldo del Estado en caso de
insolvencia o falta de liquidez incentiva comportamientos de mayor
riesgo por parte de los bancos y explica que los inversores no
internalicen los costes de los mismos. Ambas cuestiones incrementan la
probabilidad de que, finalmente, vuelva a ser necesaria la intervención
pública. Es decir, mayores costes a largo plazo.
Por tanto, lo que, con toda seguridad, nunca nos contarán es que la
rentabilidad de los bancos asociada a los riesgos que pueden asumir
gracias al respaldo público más el ahorro en los costes de financiación
también asociados a este seguro suponen, a fin de cuentas, una
transferencia neta de los contribuyentes a los grandes bancos. Por Sebastián Lavezzolo.
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