El paso de Rajoy por el Ministerio de Educación fue coherente con su
estilo, el mismo que está aplicando ahora como presidente del Gobierno.
Ni estaba ni se le esperaba. Ahora ha decidido dejar huella y por eso ha
nombrado a Wert ministro de Educación. Un ministro que, en los cuatro
meses que lleva, está demostrando la importancia que le otorgan los
dirigentes del PP a la educación. Desde que se incorporó a su cargo se
han escrito miles de comentarios criticando su nefasta gestión, lo que
parece ser que “le pone”.
Ese debe ser el motivo por el que desde que llegó ha estado
descalificando al profesorado, a los estudiantes, a las madres y padres
que se preocupan por la educación de sus hijos, a toda aquella persona
que se ha atrevido a criticar el conjunto de despropósitos que han
jalonado sus escasos, y a la vez eternos, días en el ministerio.
Se incorporó anunciando grandes cambios en la ESO y en el
Bachillerato, la supresión de Educación para la Ciudadanía, una gran
reforma de la Formación Profesional, la mejora de la excelencia en las
Universidades, un cambio en la política de becas y, en definitiva, una
gran reforma que permitiera que España mejorara todos sus parámetros
educativos.
Pero más allá de sus declaraciones altisonantes, más propias de un
tertuliano altivo e indocumentado que de un ministro de educación, vamos
a comentar algunos de sus hechos. Empezó diciendo que la educación
infantil no era educación sino conciliación de la vida laboral y
familiar de las mujeres y para potenciar lo que su compañero Gallardón
calificó de violencia estructural contra las mujeres, porque les
faltaban las condiciones de apoyo necesarias para poder ser madres, ha
suprimido los 100 millones de euros que aportaba el ministerio al Plan
Educa3, que ha permitido la creación de miles de plazas de educación
infantil de 0 a 3 años.
Ha suprimido los 100 millones de euros que
aportaba el ministerio al plan que ha permitido crear miles de plazas de
educación de 0 a 3 años
Continuó, afirmando que era imprescindible mejorar el conocimiento de
idiomas extranjeros y, para conseguirlo, ha reducido las ayudas para
estudiar idiomas en el exterior y ha incrementado el número de alumnos
por aula a 36 en la ESO y a 42 en Bachillerato, que como todo el mundo
sabe favorece la metodología comunicativa. Es decir, olviden todo lo que
han oído hasta ahora, los grupos reducidos son un horror para aprender
idiomas, se aprende más en los de 40. Anunció un bachillerato de tres
años, que luego parece que va a quedar en cambiar el nombre del 4º de la
ESO por 1º de Bachillerato o 1º de FP, con una innovación digna de
mención: para obtener el título de graduado en ESO habrá que aprobar el
1º curso de la etapa siguiente.
Para seguir flexibilizando y mejorando las opciones del alumnado,
anuncia que ya no será obligatorio que los centros oferten las dos
modalidades básicas de bachillerato, ciencias y letras, bastará con una
de ellas. Todos a ciencias, todos a letras o a viajar a costa de la
familia ya que no es una etapa obligatoria.
Anuncia una gran reforma para potenciar la Formación Profesional,
denunciando previamente que en todos estos años no se ha hecho nada, que
consistirá en implantar el modelo de la FP dual de Alemania y de esa
manera responder mejor a las demandas de las empresas. Todos los años se
quedan un número importante de alumnos sin poder matricularse en FP
porque no hay plazas suficientes y quieren implantar el modelo alemán de
la FP dual, en el que las plazas son ofertadas por las empresas en
lugar de por la administración educativa. Es decir, si la aplican se
quedarán muchos más alumnos en la calle.
Pero además, para avanzar hacia esa gran reforma, su primera medida
es renunciar a las olimpiadas mundiales de FP que se iban a hacer en
Madrid en 2015, paralizar el decreto de ordenación de la FP, en el que
se introducen las pasarelas entre los diferentes niveles del sistema
educativo, en el que se flexibiliza el acceso, se potencia la relación
con las empresas y la posibilidad de aprobar programas formativos en
alternancia entre centros de formación y empresas. Se paraliza la
implantación de los nuevos títulos de FP, ya que debe ser que los
antiguos estaban más ajustados a las necesidades cada vez más cambiantes
de los diferentes sectores productivos.
El mensaje es claro: los que tengan dinero para pagar los incrementos de matrícula en la Universidad podrán seguir siendo vagos
Y por si todo lo anunciado fuera poco, quiere cambiar la política de
becas ya que hay mucho vago y maleante que recibe una beca sólo por ser
pobre. El mensaje es claro: los que tengan dinero para pagar los
incrementos de matrícula en la Universidad podrán seguir siendo vagos y
maleantes, los que no tengan dinero que se lo curren y saquen más nota.
Para aderezar las diferentes medidas anunciadas, además de
incrementar el número de alumnos por aula para que se socialicen mejor,
se reduce el número de profesores en todos los niveles educativos y para
que los profesores que van a continuar estén más motivados se les
incrementa el número de horas lectivas, se les baja el sueldo y,
siguiendo la pauta marcada por la pionera Esperanza Aguirre, se anima a
la población a que les increpe porque no quieren trabajar igual que el
resto de los ciudadanos.
Al conocer este conjunto de medidas, se generó un gran revuelo entre
los distintos sectores de la comunidad educativa pero el ministro Wert
nos tranquilizó a todos inmediatamente. “Yo les puedo asegurar que estas
medidas no afectan ni sustancialmente, ni directamente, ni siquiera
indirectamente a la calidad de la educación”. Algunos ese día nos
quedamos muy tranquilos, ya que aprendimos que en España se va a mejorar
la calidad de la educación volviendo a cambiar la educación infantil
por las guarderías, incrementando el número de alumnos por aula,
reduciendo el número de profesores y empeorando sus condiciones de
trabajo, no aplicando las medidas que flexibilizan la formación
profesional e incrementando los problemas de acceso y permanencia en la
universidad a los alumnos sin medios económicos. Pero no se preocupen,
porque gracias a este milagro, Wert entrará en el Libro Guinness de los
récords y los españoles conseguiremos ahorrar mucho dinero que lo
podremos gastar en otras cosas mucho más importantes que la educación.
Miguel Soler es vicesecretario de Educación, Formación y Empleo del PSPV-PSOE. elpais.es UVOLEI
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